La sublevación militar impulsada por la derecha y
la burguesía, amparada por la Iglesia Católica, triunfó
inicialmente en algunas pocas provincias y quedó sofocada por la
acción popular en otras.
Tal fueron el caso de Cartagena, principal Base
Naval de la República que permaneció fiel al Gobierno de la
República a pesar de contar con oficiales militares y adeptos a la
sublevación dentro del Arsenal Militar y en la Base Aérea de
Santiago de la Rivera.
La sublevación militar experimentó 36 horas de
dudosa situación dentro de la Base Naval y de la Base Aérea, el
pueblo, los marinos y los obreros de la aviación sofocaron la
intentona golpista.
Fue a partir de ese momento cuando se inició un
proceso revolucionario en la sociedad cartagenera y del mar menor que
contempló la sustitución de cuanto simbolizaba el pasado de
opresión para la clase trabajadora. Destrucción de esa vieja y
oscura sociedad pero alumbrando nuevas relaciones sociales que
vislumbraban un profundo cambio en el modo de organización social en
las ciudades y pueblos, y un rotundo cambio en el modo de producción
económica.
El día a día queda marcado por la marcha de la
guerra. En 1936 se instalan altavoces en las localidades para la
difusión de noticias y para alertar a la población de posibles
bombardeos. Meses después se harían realidad con la continua
amenaza de la aviación fascista italiana y nazi alemana prestada a
franco por dichas potencias, que dejarían caer una ingente cantidad
de toneladas de bombas.
La organización social fue muy diversa en las
diferentes localidades y pueblos. Los núcleos urbanos más poblados
fueron las principales plazas de la República, administrativa y
económicamente hablando, siendo los pueblos quienes experimentaron
una mayor transformación Social ajena al control republicano.
Es así el caso de los pueblos más colindantes a
Cartagena. Ésta comarca, cuna del anarquismo en Murcia desde finales
del siglo XIX, fue uno de los lugares donde la clase trabajadora pudo
de mutuo acuerdo, emanciparse de gran parte de las ataduras físicas
y sociales del sistema capitalista, impulsados por organizaciones
sindicales fuertemente arraigadas como la CNT, en muchos casos
conjuntamente con UGT.
Las zonas oeste, este y norte de la ciudad fueron
totalmente transformadas por sus propios habitantes. Pueblos como La
Palma, La Aparecida, La Puebla, Balsicas, o municipios como
Torre Pacheco, vieron transformada su vida social y su economía
siendo colectivizados por los trabajadores el campo y los medios de
producción. Los medios fueron puestos en común entre los jornaleros
para trabajar conjuntamente y mejorar el rendimiento de la
producción. Acabando en muchos lugares con gran parte del paro
crónico que vivía ésta zona de la península.
Algunos de éstos pueblos cambiaron su nombre. Tal
es el caso de La Aparecida, cuyos habitantes decidieron llamarlo
“Caserío Francisco Ascaso”, en memoria del célebre anarquista,
compañero de Durruti, muerto el 19 de julio en Barcelona cuando las
organizaciones sindicales sofocaban la sublevación militar.
Las escuelas y centros educativos se multiplicaron
por todas las pedanías desde Alhama de Murcia hasta los pueblos más
pequeños del Mar Menor. La educación racionalista propugnada por el
anarquista catalán Francisco Ferrer i Guardia, tuvieron gran arraigo
en muchos centros educativos dedicados exclusivamente a impulsar la
riqueza cultural y la creatividad de los hijos de la clase obrera.
Las Autoridades republicanas también impulsaron decenas de éstas
escuelas, construyendo muchos de éstos centros en zonas alejadas o
aisladas de los centros urbanos y formando una cantidad importante de
profesores para tal efecto. El trabajo realizado en tres años muy
fructífero logrando una gran implantación de las instituciones
educativas en el seno de la sociedad, acabando con gran parte del
analfabetismo que excluía a la clase trabajadora de la cultura.
Muchos profesores formaron parte del Sindicato Único de Enseñanza
de la Federación Regional Levantina.
Éstos maestros sufrieron tras la guerra el exilio,
el presidio, fueron depurados del sistema educativo, sufrieron los
trabajos forzados en la construcción de los trasvases y otras obras
franquistas, y en los peores casos su destino fue la muerte.
Las colectividades fueron extendiéndose durante
todo el transcurso de la guerra. En los municipios por lo general
existían dos poderes reales; los jefes militares y delegados
gubernativos republicanos, y por otro lado Las Casas del Pueblo que
dictaban las normas políticas. En algunos casos como en San Javier
se pide la destitución del alcalde, echándose a un lado las
autoridades republicanas. En Los Alcázares se forma en 1937
una junta de supervisión de cambio de gobierno formada por un
delegado de los trabajadores de la Sociedad de Oficios Varios “La
Invencible”, otro del Partido Sindicalista, un tercero de la
Sociedad de Obreros de la Aviación, el cuarto delegado reservado
para CNT, otro delegado de la Sociedad de Albañiles, el sexto para
el PCE y en último lugar un delegado del PSOE. La implantación del
Partido Sindicalista (creado por el anarcosindicalista Ángel
Pestaña) era relevante en algunos lugares de la comarca, teniendo
presencia en muchas juntas municipales.
Es en los primeros meses de la guerra cuando las
organizaciones obreras alcanzan su mayor desarrollo, que atiende
también al género femenino.
El anarquismo, enmarcado en la Federación Regional
de Levante como integrantes de la Confederación Nacional del
Trabajo, tiene en la provincia diez federaciones. Pronto se
constituiría la Federación Provincial Campesina, de la que formará
parte del Sindicato Único de la Tierra del Campo de Cartagena y Mar
Menor. Contaban con diversas sedes de Sindicatos de Ramo en todos los
barrios de Cartagena, siendo una de las centrales más numerosas en
militancia de toda la región.
La FAI y las Juventudes Libertarias experimentan un
gran auge en cada uno de los pueblos, siendo muchos de éstos núcleos
anarquistas Pozo Estrecho, Roldán, El Jimenado, La Puebla,
Torre Pacheco y Balsicas, en los cuales formarían parte de las
tareas laborales y administrativas.
El núcleo socialista del Mar Menor se rehace en
octubre de 1936, propiciado por la presencia de militantes
llegados de diversos lugares para sumar esfuerzos bélicos en las
Bases Aéreas. La afiliación llega a los 60 militantes, lejos queda
de bastiones socialistas como Yecla (500 afiliados), Murcia (500), o
Cartagena (400).
La UGT tuvo un gran calado sobre todo a finales de
1937, cuando los militantes de Mirador, San Javier, Pinatar y
Santiago de la Rivera, cursaron el ingreso a la Federación Española
de Trabajadores de la Tierra.
El Partido Comunista no se queda a la zaga
convirtiéndose el núcleo de Los Alcázares uno de los bastiones de
la comarca. Siendo el Aeródromo de Los Alcázares uno de los focos
de mayor militancia comunista. Otros núcleos eran los barrios
des Los Dolores, San Antón o Barrio Peral en Cartagena.
En muchos casos los trabajadores llevaron en
práctica las ideas autogestionarias y colectivistas propugnadas por
la CNT, llegando en algunos pocos casos a abolir el dinero
localmente. En éstos pueblos se crearon sistemas de intercambio de
bienes y programas para la cobertura de necesidades básicas de
las familias. Los excedentes eran cambiados por necesidades que no
eran producidas en éstos pueblos, llegando a crear una verdadera
economía alternativa entre éstos municipios enfocada a destruir las
penurias del pasado y a mejorar la calidad de vida de todas las
personas. Completas redes de pueblos autogestionados que prosperaron
cooperativamente de forma paralela a la calidad de vida de los
trabajadores.
La guerra civil, el apoyo del fascismo internacional
al alzamiento militar, la escasez de medios y el boicot del
capitalismo internacional a la República, los continuos bombardeos y
la propia criminalización de ciertos sectores de la república,
fueron muchos de los problemas con los que éstas localidades y
pueblos se encontraron a la hora de llevar a la práctica las teorías
colectivistas. Aún así, muchas colectividades llevaron en práctica
su función hasta los últimos días de guerra. Y pese a todo,
aumentó la producción del campo y de las industrias puestas
en común. La calidad de vida mejoró muy considerablemente, y el
reparto de la riqueza social y del trabajo fue más equitativo
que nunca, reduciendo el paro.
El Régimen Fascista y más de cuarenta años de
terror han intentado silenciar éstas experiencias sociales
alternativas al capitalismo. En muchos casos han conseguido borrar
muchos sucesos y datos, eliminando personas y hechos claves para
poder entender nuestro presente.
Sin duda seguiré profundizando en nuestro pasado
más reciente, recogiendo datos y sucesos que nos revelarán un
presente más claro a la hora de entender el contexto por el que la
clase trabajadora está pasando.
Salud a l@s que Luchan.
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Fuentes:
* Juan Alcaraz. Superviviente de la
colectividad del “Caserío Francisco Ascaso” (La Aparecida,
Cartagena). Ex Secretario y miembro de las Juventudes
Libertarias de La Aparecida (1939). Exiliado.
* Cayetano Zaplana. Militante
de la Federación Comarcal de CNT Cartagena durante la guerra.
Miembro de las Juventudes Libertarias de Cartagena (1939). Exiliado.
* Revista Cartagena Histórica #3,
#23, #33.