28 de septiembre de 2011

La Revolución Sicial de 1.936 en el Campo de Cartagena y Mar Menor.


La sublevación militar impulsada por la derecha y la burguesía, amparada por la Iglesia Católica, triunfó inicialmente en algunas pocas provincias y quedó sofocada por la acción popular en otras.
Tal fueron el caso de Cartagena, principal Base Naval de la República que permaneció fiel al Gobierno de la República a pesar de contar con oficiales militares y adeptos a la sublevación dentro del Arsenal Militar y en la Base Aérea de Santiago de la Rivera.
La sublevación militar experimentó 36 horas de dudosa situación dentro de la Base Naval y de la Base Aérea, el pueblo, los marinos y los obreros de la aviación sofocaron la intentona golpista.
Fue a partir de ese momento cuando se inició un proceso revolucionario en la sociedad cartagenera y del mar menor que contempló la sustitución de cuanto simbolizaba el pasado de opresión para la clase trabajadora. Destrucción de esa vieja y oscura sociedad pero alumbrando nuevas relaciones sociales que vislumbraban un profundo cambio en el modo de organización social en las ciudades y pueblos, y un rotundo cambio en el modo de producción económica.
El día a día queda marcado por la marcha de la guerra. En 1936 se instalan altavoces en las localidades para la difusión de noticias y para alertar a la población de posibles bombardeos. Meses después se harían realidad con la continua amenaza de la aviación fascista italiana y nazi alemana prestada a franco por dichas potencias, que dejarían caer una ingente cantidad de toneladas de bombas.
La organización social fue muy diversa en las diferentes localidades y pueblos. Los núcleos urbanos más poblados fueron las principales plazas de la República, administrativa y económicamente hablando, siendo los pueblos quienes experimentaron una mayor transformación Social ajena al control republicano.
Es así el caso de los pueblos más colindantes a Cartagena. Ésta comarca, cuna del anarquismo en Murcia desde finales del siglo XIX, fue uno de los lugares donde la clase trabajadora pudo de mutuo acuerdo, emanciparse de gran parte de las ataduras físicas y sociales del sistema capitalista, impulsados por organizaciones sindicales fuertemente arraigadas como la CNT, en muchos casos conjuntamente con UGT.
Las zonas oeste, este y norte de la ciudad fueron totalmente transformadas por sus propios habitantes. Pueblos como La Palma, La Aparecida, La Puebla, Balsicas, o municipios como Torre Pacheco, vieron transformada su vida social y su economía siendo colectivizados por los trabajadores el campo y los medios de producción. Los medios fueron puestos en común entre los jornaleros para trabajar conjuntamente y mejorar el rendimiento de la producción. Acabando en muchos lugares con gran parte del paro crónico que vivía ésta zona de la península.
Algunos de éstos pueblos cambiaron su nombre. Tal es el caso de La Aparecida, cuyos habitantes decidieron llamarlo “Caserío Francisco Ascaso”, en memoria del célebre anarquista, compañero de Durruti, muerto el 19 de julio en Barcelona cuando las organizaciones sindicales sofocaban la sublevación militar.
Las escuelas y centros educativos se multiplicaron por todas las pedanías desde Alhama de Murcia hasta los pueblos más pequeños del Mar Menor. La educación racionalista propugnada por el anarquista catalán Francisco Ferrer i Guardia, tuvieron gran arraigo en muchos centros educativos dedicados exclusivamente a impulsar la riqueza cultural y la creatividad de los hijos de la clase obrera. Las Autoridades republicanas también impulsaron decenas de éstas escuelas, construyendo muchos de éstos centros en zonas alejadas o aisladas de los centros urbanos y formando una cantidad importante de profesores para tal efecto. El trabajo realizado en tres años muy fructífero logrando una gran implantación de las instituciones educativas en el seno de la sociedad, acabando con gran parte del analfabetismo que excluía a la clase trabajadora de la cultura. Muchos profesores formaron parte del Sindicato Único de Enseñanza de la Federación Regional Levantina.
Éstos maestros sufrieron tras la guerra el exilio, el presidio, fueron depurados del sistema educativo, sufrieron los trabajos forzados en la construcción de los trasvases y otras obras franquistas, y en los peores casos su destino fue la muerte.
Las colectividades fueron extendiéndose durante todo el transcurso de la guerra. En los municipios por lo general existían dos poderes reales; los jefes militares y delegados gubernativos republicanos, y por otro lado Las Casas del Pueblo que dictaban las normas políticas. En algunos casos como en San Javier se pide la destitución del alcalde, echándose a un lado las autoridades republicanas.  En Los Alcázares se forma en 1937 una junta de supervisión de cambio de gobierno formada por un delegado de los trabajadores de la Sociedad de Oficios Varios “La Invencible”, otro del Partido Sindicalista, un tercero de la Sociedad de Obreros de la Aviación, el cuarto delegado reservado para CNT, otro delegado de la Sociedad de Albañiles, el sexto para el PCE y en último lugar un delegado del PSOE. La implantación del Partido Sindicalista (creado por el anarcosindicalista Ángel Pestaña) era relevante en algunos lugares de la comarca, teniendo presencia en muchas juntas municipales.
Es en los primeros meses de la guerra cuando las organizaciones obreras alcanzan su mayor desarrollo, que atiende también al género femenino.
El anarquismo, enmarcado en la Federación Regional de Levante como integrantes de la Confederación Nacional del Trabajo, tiene en la provincia diez federaciones. Pronto se constituiría la Federación Provincial Campesina, de la que formará parte del Sindicato Único de la Tierra del Campo de Cartagena y Mar Menor. Contaban con diversas sedes de Sindicatos de Ramo en todos los barrios de Cartagena, siendo una de las centrales más numerosas en militancia de toda la región.
La FAI y las Juventudes Libertarias experimentan un gran auge en cada uno de los pueblos, siendo muchos de éstos núcleos anarquistas Pozo Estrecho, Roldán, El Jimenado, La Puebla, Torre Pacheco y Balsicas, en los cuales formarían parte de las tareas laborales y  administrativas.
El núcleo socialista del Mar Menor se rehace en octubre de 1936,  propiciado por la presencia de militantes llegados de diversos lugares para sumar esfuerzos bélicos en las Bases Aéreas. La afiliación llega a los 60 militantes, lejos queda de bastiones socialistas como Yecla (500 afiliados), Murcia (500), o Cartagena (400).
La UGT tuvo un gran calado sobre todo a finales de 1937, cuando los militantes de Mirador, San Javier, Pinatar y Santiago de la Rivera, cursaron el ingreso a la Federación Española de Trabajadores de la Tierra.
El Partido Comunista no se queda a la zaga convirtiéndose el núcleo de Los Alcázares uno de los bastiones de la comarca. Siendo el Aeródromo de Los Alcázares uno de los focos de mayor militancia comunista. Otros núcleos eran los barrios des Los Dolores, San Antón o Barrio Peral en Cartagena.
En muchos casos los trabajadores llevaron en práctica las ideas autogestionarias y colectivistas propugnadas por la CNT, llegando en algunos pocos casos a abolir el dinero localmente. En éstos pueblos se crearon sistemas de intercambio de bienes y programas para la cobertura de necesidades básicas  de las familias. Los excedentes eran cambiados por necesidades que no eran producidas en éstos pueblos, llegando a crear una verdadera economía alternativa entre éstos municipios enfocada a destruir las penurias del pasado y a mejorar la calidad de vida de todas las personas. Completas redes de pueblos autogestionados que prosperaron cooperativamente de forma paralela a la calidad de vida de los trabajadores.
La guerra civil, el apoyo del fascismo internacional al alzamiento militar, la escasez de medios y el boicot del capitalismo internacional a la República, los continuos bombardeos y la propia criminalización de ciertos sectores de la república, fueron muchos de los problemas con los que éstas localidades y pueblos se encontraron a la hora de llevar a la práctica las teorías colectivistas. Aún así, muchas colectividades llevaron en práctica su función hasta los últimos días de guerra. Y pese a todo,  aumentó la producción del campo y de las industrias puestas en común. La calidad de vida mejoró muy considerablemente, y el reparto de la riqueza social y del trabajo fue más equitativo que nunca, reduciendo el paro.
El Régimen Fascista y más de cuarenta años de terror han intentado silenciar éstas experiencias sociales alternativas al capitalismo. En muchos casos han conseguido borrar muchos sucesos y datos, eliminando personas y hechos claves para poder entender nuestro presente.
Sin duda seguiré profundizando en nuestro pasado más reciente, recogiendo datos y sucesos que nos revelarán un presente más claro a la hora de entender el contexto por el que la clase trabajadora está pasando.

Salud a l@s que Luchan.
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Fuentes:
* Juan Alcaraz. Superviviente de la colectividad del “Caserío Francisco Ascaso” (La Aparecida, Cartagena).  Ex Secretario y miembro de las Juventudes Libertarias de La Aparecida (1939). Exiliado.
* Cayetano Zaplana.  Militante de la Federación Comarcal de CNT Cartagena durante la guerra. Miembro de las Juventudes Libertarias de Cartagena (1939). Exiliado.
* Revista Cartagena Histórica #3, #23, #33.

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