Es
un cuento viejo. Con el señuelo, de que este partido lo hará mejor,
se ha embobado a las gentes. La levantada cucaña se ha hecho solo
para los hábiles trepadores. Abajo quedan boquiabiertos loas
papanatas que fiaron en cantos de serena.
La
promesa democrática, la promesa social, todo sirve para mantener en
pie la torre blindada de la explotación de las multitudes. Y sirve
naturalmente para acaudillar masas, para gobernar rebaños y
esquilmarlos libremente.
La
gran mentira alienta y sostiene este estado de cosas, alienta y
apuntala fuertemente este ruin e infame andamiaje social, repetida
hasta la saciedad, sostenida y fomentada por la fe de los ingenuos,
por la creencia de los sencillos, por la bondad de los nobles y
sinceros.
Tanto
como por la incredulidad y la cuqueria de los que dirigen, de los que
capitanean,de los que esquilman el rebaño humano.
En
la gran mentira entramos todos y sálvese el que pueda. Las cosas
derivan siempre en el sentido de la corriente. Vamos todos por ella
más o menos arrastrados, porque la mentira es cosa sustancial en
nuestro propio organismo; la hemos mamado,la hemos engordado, la
hemos acariciado desde la cuna y la acariciaremos hasta la tumba.
Revolverse
contra la herencia es posible, y más que posible, necesario e
indispensable. Sacudirse la pesadumbre del andamiaje que nos estruja,
no es fácil, pero tampoco imposible. La evolución, el progreso
humano se cumplen en virtud de esas rebeldias de la conciencia, del
entendimiento y de la voluntad.
Nosotros
no queremos más rebaños.
Frente
a la servidumbre voluntaria no hay otro ariete que la extrema
exaltación de la personalidad.
Seamos
con todo y con todos respetuosos, el mutuo respeto es condición
esencial de la libertad, pero seamos nosotros mismos. Antes bien hay
que ser realmente libres que proclamarselo. Vayamos pues por esta
vereda escudriñando la experiencia.
¡
Ah ! Y vamos por el 101. Salud y liquidación Social.
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